El poema es siempre tema del poema, dice quien despliega todo lo que se puede hacer con formas, géneros, sentidos, metáforas, vocabulario, superposiciones, traducción y propone penetrar en lo ajeno, descifrar un léxico, una gramática, un arrastre que fluye por debajo de lo dicho.
Se trata de trabajar las palabras como si de piedra se tratara, cavar en las formas de la lengua para encontrar la denuncia, la herencia, la ley, la condición judía, la sanación, el oficio, el sacrificio, la labor y la letra, los quehaceres, los ritos, el cuerpo y por sobre todo el vacío, la lucha contra la nada, la enfermedad y la muerte, contra todo aquello de lo que nos protegen las formas.
En la escritura de Romano Sued tiene un gran peso el reservorio cultural, la tradición (judía, griega, cristiana), hay poemas que provienen de ideas cernidas en busca de una forma clásica, otros son hijos de un pasaje bíblico o de una lectura convocante o de un mito, o se trasladan imágenes desde el ensayo a la poesía y viceversa, siempre para dar cuenta de la relación intrínseca entre el fondo y la forma.
Así entre la denuncia y lo profético, la poeta construye, con oficio extremo, un permanente regreso a la tradición, tránsito y a la vez ruptura de conceptos y lugares comunes de la cultura.
MT Andruetto