Posted on: 26 febrero, 2020 Posted by: Jose Manuel Campos Comments: 0

P: ¿En qué pensabas cuando decías clasismo en aquellos años y en qué pensas ahora?

R.: Simplemente decía defensor de la clase obrera. Pero resulta que claro, que el origen de la palabra viene del marxismo, bah, te digo yo no, no, no leí casi nada, leí muy pocas cosas del marxismo, pero escucho las opiniones de los marxistas y parece está de acuerdo conmigo”.

Estas palabras pertenecen a Carlos Masera, quien fuera secretario general del Sindicato de trabajadores de Concord -Sitrac- (1970-1971) en una entrevista realizada por la autora, Laura Ortiz, el 14/12/2010. En sintonía con los recuerdos de otros testimonios, detrás de esas expresiones, se revela la historia de una experiencia sindical, la del “clasismo” o el “sindicalismo de liberación” que dejó sus huellas en la historia del movimiento obrero de la Argentina, y sobre todo, en la historia del movimiento obrero de Córdoba.

Entre fines de los años de 1960 y hasta mediados de los años de 1970 se desarrolló un tipo de sindicalismo que difería de los moldes organizativos e ideológicos de la clase trabajadora en la que predominaba una fuerte identidad peronista. Aún con variaciones, el sindicalismo clasista se basó en una serie de postulados que lo hacían diferente de la llamada entonces burocracia sindical: autonomía política, asambleísmo de base, prácticas y contenidos ideológicos afines a la izquierda revolucionaria, ideología marxista de lucha de clases, abolición del capitalismo y establecimiento del socialismo en la Argentina. Con un importante contenido “obrerista”, los trabajadores clasistas llegaron a levantar la consigna “Ni golpe ni elección, revolución”, poniendo el eje en cuestiones como la dominación de clase o el carácter dependiente del capitalismo argentino. La clase obrera fue convocada a la acción y en consecuencia asumir un rol fundamental en la historia política y social de la Argentina.

Se trató de una experiencia breve y potente al mismo tiempo. Atravesó los últimos años de la dictadura de la Revolución Argentina (1966-1973), el auge de las luchas populares y de las organizaciones de la izquierda revolucionaria, la lucha armada, el tercer gobierno peronista (1973-1976) y finalmente el repliegue y la desarticulación con la última dictadura militar (1976-1983).

De las experiencias del sindicalismo clasista, las de Córdoba fueron las más desarrolladas y las que tuvieron mayor definición en términos teóricos e ideológicos. Así las los sindicatos de Fiat (el Sindicato de trabajadores de Fiat Concord -SITRAC- y el Sindicato de Trabajadores de Fiat Materfer -SITRAM-) como el Sindicato de Mecánicos y Afines de Transporte Automotor (SMATA) fueron los que lograron un rol protagónico.

¿Cómo se explica el origen del clasismo? ¿Qué condiciones habilitaron el surgimiento del sindicalismo de base revolucionaria en Córdoba? ¿Se trató de una ruptura de las tradiciones del movimiento obrero adscripto en su gran mayoría a la identidad peronista? O ¿Fue una postura de los dirigentes sindicales y el activismo erigidos sobre las bases obreras peronistas?

Sobre estas y otras preguntas se asienta la investigación de la historiadora Laura Ortiz. Con una narrativa clara, sólida y bien documentada, el libro desanda cada uno de los interrogantes abriendo líneas de análisis que pueden leerse en diferentes claves explicativas. Por un lado las de tipo estructural-económica, vinculada a la transformaciones económicas y sociales de la Córdoba de fines de los años 50 y durante los años 60 en el marco de la 2° fase del modelo de industrialización sustitutiva que modificó tanto el mercado laboral, como la geografía urbana, proyectando también una alteración de su tejido social. En segundo lugar, las explicaciones de tipo organizacionales, vinculadas a la transformaciones de la fisonomía del movimiento obrero local que se incorporó al sistema de relaciones del gran capitalismo industrial. Su concentración se produjo en los tres sectores más dinámicos de la economía provincial: automotor, metalúrgico y energía eléctrica, modificando la relación de fuerzas en el sindicalismo local. En tercer lugar, las interpretaciones desde el estudio de la cultura política local, vinculada a los comportamientos, prácticas, valores, creencias que fueron sedimentando una determinada identidad y cultura obrera, basada en las nociones de justicia, igualdad, solidaridad, compañerismo.

Estas tres claves analíticas no son excluyentes. Por el contrario se encuentran articuladas en una idea directriz que la autora sostiene a lo largo de su obra. El clasismo es un fenómeno histórico y por lo tanto su definición es parte de un proceso activo de construcción que se debe tanto a la acción de los sujetos como a las condiciones estructurales. Así, Ortiz demuestra con rigor de oficio que el clasismo se conformó a partir de una particular cultura política local, en la que es posible observar la confluencia de la cultura de la resistencia peronista post 55 y los paradigmas de cambio de la modernización cultural de los ´60, dando origen a una simbiosis llamada “cultura revolucionaria”. Esta cultura revolucionaria se habría cristalizado en un conjunto de ideas, valores, prácticas, creencias compartidas sobre el poder de fuerza de la clase trabajadora inaugurada a partir del “cordobazo”.

1969-1982 es el período que abarca la investigación, transitando los enclaves de una etapa compleja, intensa, sinuosa, que incluye la etapa de las luchas populares y de los ideales revolucionarios como así también la represión, la instalación del terrorismo de estado y la tragedia. Estructurado sobre 4 etapas, recorre la historia del clasismo como vanguardia (1969-1971), su posición frente a las elecciones y al gobierno electo de Obregón Cano (1972-1974), las prácticas de resistencia frente a la represión y persecución instalada luego del “navarrazo” (1974-1976) y, por último las acciones obreras en tiempos de dictadura (1976-1983) donde la memoria de los testimonios da cuenta con voz propia de los efectos devastadores de una política de intimidación, encarcelamiento y desaparición de compañeros obreros, posible, entre otras cosas, por la complicidad de los empresarios con el aparato terrorista aplicado por las FFAA.

Con los vientos del Cordobazo es una invitación interesante y atractiva para sumirse en los agitados y tumultuosos años 60 y 70 y revisitar una vez más las distintas caras/facetas/rostros de aquella Córdoba combativa, movilizada, revolucionaria, pero también reaccionaria, militarizada y represiva. En las páginas de este libro encontrará parte de esta historia, tan necesaria como imprescindible, en homenaje a una clase trabajadora que alguna vez sintió, percibió y ejerció el poder de construir una sociedad diferente. Esta historia es de y para ellos pero también es de todes.

(Alicia Servetto, CEA-FCS/FCC, UNC)